miércoles, 12 de marzo de 2008

BREVE CRONICA DE UNA CIENCIA SOCIAL EMBLEMATICA

La Geografía es una ciencia antigua, pero el modo en que ésta se entiende actualmente se inició durante el siglo XIX con relación a su papel en la enseñanza, junto con su configuración como una disciplina científica promotora de la investigación. La labor intelectual puede resumirse en dos temas fundamentales: la diferenciación del espacio en la superficie terrestre y el estudio e interacción de fenómenos físicos y humanos derivados de las relaciones hombre-naturaleza.

Este relato histórico comienza con la irrupción de la llamada Geografía Moderna a fines del siglo XVIII, cuyo fin principal es consolidar un objeto de estudio bajo la instauración de leyes generales basadas en el positivismo. Sus principales representantes, quienes tuvieron la misión de cimentar las bases de una geografía científica fueron Ratzel, Humboldt y Ritter, quienes inician las primeras luchas de desarrollo del pensamiento geográfico configurada en la eterna división entre geógrafos físicos v/s geógrafos humanos, formándose así dos bandos claramente abanderados, comenzando entonces a generar un elevado debate, ¿Cómo debiera ser la geografía, una ciencia pura o una ciencia social?.

Es en esta crisis cuando entra al debate el francés Paul Vidal de la Blache, quien rompe con la discusión y contribuye a unir ambas tendencias con la llamada Geografía Regional, la cual a grandes rasgos sugiere la delimitación de una porción de la superficie terrestre para luego indagar en sus características físicas y humanas, de modo que esta descripción llegara a ser un estudio completo y exhautivo de esta porción de tierra llamada región, en donde ambos tipos de geógrafós, humanos y físicos, tenían cabida en la disciplina. Estos planteamientos se critican por la escaza preocupación dada a la causa epistemológica de la Geografía. Paralelo al desarrollo regional surge la llamada Geografía Cultural, la cual principalmente dirige su atención a los elementos de la cultura material que los hombres construyen en el proceso de apropiación del espacio y que caracterizan a este mismo espacio.

A mediados del siglo XX se da una transformación trascendental en Geografía que se percibe hasta nuestros días, que termina con el dominio regional y la teoría vidaliana. Es la llamada Geografía Cuantitativa, y sus raíces se encuentran en las ideas de la ciencia pura y el positivismo lógico, incorporándose también conocimientos de la matemática, física y economía en el análisis espacial. Su fin es transformar a la Geografía en una “ciencia espacial” teórica y empírica, con énfasis en el orden espacial y la búsqueda de las leyes generales de la organización espacial, mediante un método científico (Delgado, 2003)(1). Sus principales representantes son: Edgard Ullman, , Peter Haggett, Richard Chorley y Torsten Hägerstrand, David Harvey y William Bunge.
(1) Citado en el boletín “Topos Periféricos” (Nº1, Año 1) del Colectivo de Geocrítica, Universidad Católica de Valparaíso.
Es así como de simples descripciones anteriores se pasó a la postulación de teorías, modelos y leyes, dados por nodos, redes, superficies y jerarquías, los cuales fueron las banderas de lucha para la comunidad geográfica, banderas que no dejaron a nadie indiferente.. Hay que tener en cuenta que los modelos son bastante centrados y descriptivos, por eso las críticas no se hicieron esperar sobre todo desde el marxismo, la fenomenología y el posmodernismo argumentando que los modelos no pueden tener en cuenta los elementos esenciales en la conducta espacial humana como las percepciones y las valoraciones que los individuos hacen de los distintos ambientes. También se le criticaba por no ser realista, ya que se basaban en modelos ideales y abstractos que no explican la realidad existente. Dentro de los análisis cuantitativos se omitían las relaciones de escalas geográficas derivadas de las relaciones de producción capitalista, lo que derivaba a que no existiera una visión de contexto histórico y se pretendiera que la conducta espacial fuera aislada (2).

Antes de seguir con la historia del pensamiento geográfico, debemos hacer un paréntesis a partir del contexto político-económico-social de los años 60 y 70, enmarcado por guerras, movimientos sociales y una fuerte agitación política en las diferentes escalas de la sociedad occidental. Las contradicciones del capitalismo se hacen cada vez mas evidentes. A tal grado llegan los sucesos políticos, que la Academia genera un quiebre con lo establecido y da cuenta de las mermas de la sociedad capitalista. De este modo, surge una importante renovación y contraposición de la figura de la Ciencia, la cual da pie a fuertes cambios en las más diversas disciplinas y ciencias de los círculos universitarios, situación de la que la geografía no estuvo al margen.

Dentro de este contexto el geógrafo inglés Wilbur Zelinski planteó una Geografía en pos de la oferta de soluciones para aliviar las tensiones internas de la sociedad, es decir, abandona la neutralidad de la ciencia, argumentando que los geógrafos también deben hacerse parte de la lucha social. Este movimiento para muchos fue la base de la Geografía Social, la cual según Johnson (1979)(3), “combina la fé en un capitalismo democrático con una fuerte presión a los poderes ejecutivos y legislativos a fin de que sean aliviadas las enfermedades sociales”. Con esta misma lógica liberal, surge la Geografía del Bienestar, dada en Norteamérica como en Europa, al igual que la Geografía Social.

Paralelamente surge una alternativa más comprometida socialmente conocida como Geografía Radical, hija de la reacción anticapitalista de los sesenta. Esta Geografía crítica del orden establecido, de la “neutralidad y el carácter apolítico” de la ciencia, se aventura a afirmar que la Geografía debía estar en función de la transformación social revolucionaria, en donde el espacio debe ser entendido como la producción de relaciones sociales dadas en la Sociedad y la Naturaleza, concepto nuevo y revolucionario en aquellos años. La Geografía debe explicar los procesos de producción social del espacio geográfico, entendiendo el espacio por sí mismo y no como un contenedor de relaciones y objetos. El espacio social se define como un producto social históricamente constituido por la dinámica de los modos de producción (Delgado, 2003).

Tomando preceptos marxistas y anarquistas se buscó la formulación de una teoría general del materialismo dialéctico: Histórico-geográfico, considerando así al espacio como un elemento constitutivo de la totalidad social y no como mero sostenedor de los seres vivos e inertes.(2) (3) Ibid 1
Este movimiento tuvo dos grandes nichos; Norteamérica, encabezado por David Harvey y William Bunge, ambos ex-militantes de la geografía cuantitativa, dando creación a la revista Antipode. El segundo nicho se dio en Europa con la voz de Yves Lacoste y Maximo Quaini, conformando la revista Hérodote, con sede en Francia e Italia. En cuanto a nuestra América Latina, es imposible omitir la obra del geógrafo brasileño Milton Santos. También es importante señalar el aporte de otros miembros y disciplinas para el desarrollo de los radicales, tal es el caso de la filosofía del espacio de Henry Lefebvre y la Sociología Urbana de Emmanuel Castells, ambos enriquecedores en gran medida del desarrollo epistemológico.
No se debe olvidar que la Geografía es por sobre todo una ciencia social que no tiene respuesta a todas las interrogantes, por lo que es necesario el trabajo y la investigación interdisciplinaria con investigadores de otras disciplinas. Las diferencias surgen debido a las diferentes interpretaciones que algunos autores daban de la teoría marxista, debido a los diversos niveles de conocimiento de esta, pero sin lugar a dudas, la caída y el descrédito de la Geografía Radical sucedió gracias a un suceso histórico específico en 1989: la caida de los socialismos reales y el triunfo capitalista simbolizado en la caida del muro de Berlín.

En paralelo a esta gran transformación mundial, se generó una nueva línea de pensamiento geográfico, llamada Geografía Postmoderna, la cual se basó en el pensamiento de autores como Foucault, Dérrida y Lyotard. El individualismo contemporáneo, la caída de la razón, la obsolencia de las totalidades, la fragmentación, son solo algunos de los principales discursos postmodernistas. Los posmodernistas se oponen a cualquier intento de representación unificada del mundo, proclamando la excelencia de la diferenciación. En Geografía, la posmodernidad ha sido la condición reinante de la producción intelectual contemporánea. Se recalca la importancia del espacio y del lugar, también insiste en la superioridad del conocimiento de lo local y las relaciones de poder de la vida social y espacial. Edward Soja es uno de los principales autores de la Geografía Postmoderna. Su argumento principal es la búsqueda de la espacialidad de la vida social, a través de la trialéctica del espacio percibido (físico), el espacio concebido (pensado), y el espacio vivido (experiencial). Soja plantea una Geografía Postmoderna capaz de reinsertar la espacialidad dentro de la narrativa marxista, para repensar, mediante un materialismo histórico y geográfico, la dialéctica del espacio y del ser en el capitalismo posmoderno (Delgado, 2003).

Debe quedar claro que con cada evolución del pensamiento Geográfico se ha aportado de sobremanera al avance de la disciplina, pero mas allá de la terminología y las tendencias, la responsabilidad recae en nosotros ¿Cómo queremos que sea la Geografía? ¿Una ciencia que aporte a mantener el actual régimen de desigualdad social y territorial imperante , o una ciencia enfocada a mejorar las condiciones de vida de la gran mayoría de la población?

La respuesta está en el sentido que se quiera generar en nuestra propia construcción del quehacer geográfico. Sólo nosotros, las nuevas generaciones tendremos la oportunidad de decidir y construir el devenir histórico geográfico. El desafío está ahí, en la creación de nuestros propios códigos de lucha geográfica para la construcción de un proyecto político-social-económico integrando la visión de la Geografía, en la colectivización de los conocimientos, tanto entre nosotros, otras disciplinas y la sociedad en general, y la producción de espacios colectivos que alimenten la resistencia frente a las aspiraciones universales del capitalismo global

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